Trabajaron con dos grupos de voluntarios –uno con menores de 55 años y una media de edad de 23 años y otro con más de un centenar de mayores de 55 años y una media de 68 años–. A todos ellos se les mostraron una serie de fotografías de individuos que, por sus expresiones faciales, catalogaron como honestas o de confianza, neutrales o gente de poco fiar.
Hubo consenso en la lectura de los rostros neutrales o a la hora de considerar que los honestos transmitían confianza, pero con los menos fiables hubo diferencias: fueron los más mayores quienes más veces percibieron a estas personas como dignas de confianza.
La noticia completa, aquí.
Un saludo,
Adrián Infante Dionisio
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